Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1882-1883
Sesión: 10 de enero de 1883
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 18, 284-285
Tema: Dando cuenta al Senado de las causas que han motivado la modificación del Gabinete en el debate sobre crisis ministerial.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Señores Senadores, al tener la honra de presentar a este alto Cuerpo Colegislador el Gabinete reorganizado bajo mi presidencia, cumplo con mucho gusto el deber parlamentario de exponer al Senado en breves palabras las causas que han motivado esta modificación ministerial.

Relacionada con los planes financieros para el porvenir, se planteó en el Consejo de Ministros una cuestión administrativa de grandísima trascendencia, cuya solución en uno o en otro sentido importaba sobremanera a los intereses del país. El Sr. Ministro de Hacienda presentó un pensamiento grande, honrado y patriótico, como todos los de S. S.; pero sus dignos compañeros se encontraron con que podría haber dificultades en su realización, sobre todo por la forma, la extensión y el tiempo en que se trataba de realizar. ¿Quién tenía razón, el Sr. Ministro de Hacienda, o sus compañeros? ¡Ah, Sres. Senadores, es muy difícil predecirlo! Pero la verdad es que esto dio motivo a una disidencia dentro del Gabinete, disidencia que por fin produjo la dimisión de dos de sus individuos: la dimisión del digno Sr. Ministro de Hacienda y la del digno Sr. Ministro de Fomento. Esta es verdaderamente la causa de la crisis, ocurrida con motivo de una cuestión administrativa.

Pero otros dos Sres. Ministros, el Sr. Ministro de la Gobernación y el de Ultramar (que por razones de salud y de cansancio, razones más particulares que políticas, habían manifestado hacía ya tiempo su deseo de abandonar las carteras que tan dignamente desempeñaban, pero que no abandonaron porque no querían ofrecer esa nueva dificultad a sus compañeros, ni crear la más pequeña perturbación en la marcha regular del Gobierno), creyeron que debían aprovechar desde luego el momento de la dimisión de sus compañeros para presentar las suyas. Resulta, por tanto, que el Gobierno se encontró con las dimisiones de cuatro de sus individuos.

En tal estado, y tomando la crisis, no sólo por el número de los dimisionarios, sino también por las circunstancias de estos, unas proporciones inesperadas, los demás compañeros, guiados por la armonía y la amistad que ha reinado siempre dentro del Gabinete, entendieron que debían, no dimitir, pero sí (para facilitar la resolución de la crisis, que había tomado tales proporciones, y evitar que partiera de una base obligada) que se hallaban en el caso de ofrecer al Presidente sus carteras para que dispusiera de ellas como creyera conveniente, a fin de resolver con mayor facilidad la crisis. De manera que con esta conducta el Gabinete daba en realidad un voto de confianza al Presidente.

Como era de mi deber, di inmediatamente cuenta detallada de lo ocurrido a S. M., suplicándole que, dada la gravedad del asunto y la importancia de la crisis, se dignara reflexionar hasta el día siguiente, que volvería yo a saber su Real resolución. En efecto; al día siguiente S. M. se dignó reiterarme su confianza, y comencé la reorganización del Ministerio como lo creí conveniente a los intereses del país, siempre dentro del espíritu de la opinión pública, representada legítimamente por uno y otro Cuerpo Colegislador, y siguiendo las corrientes marcadas, no sólo por la mayoría, sino por las minorías de ambas Cámaras. Procuré desempeñar el encargo que se me encomendaba, y tuve la satisfacción de que fuera aprobada por S. M. la reorganización del Gabinete que tuve la honra de proponerle, constituyéndose el Ministerio que con mucho gusto he presentado a los Sres. Senadores.

Al llegar aquí, un deber imperioso me impele a dar público testimonio de mi sincera gratitud hacia todos los que, bien a pesar mío, han dejado de ser mis compañeros de gobierno, pero que continúan siendo mis queridos amigos. Yo les manifiesto ahora todo mi reconocimiento por la nobleza y la lealtad con que me han ayudado, no existiendo un solo momento en que me hayan presentado la más pequeña dificultad, sino que por el contrario he encontrado en todos ellos la más eficaz cooperación; porque es justo y es tiempo ya de que se sepa que en el Ministerio anterior, durante el periodo que ha tenido en sus manos las riendas del gobierno, no ha habido la más pequeña disidencia, sino la más completa unidad de miras y una perfecta armonía, sin que ni los unos ni los otros nos hayamos acordado jamás de nuestra diversa procedencia, no pensando más que en prestarnos mutua ayuda para cumplir la noble misión que a todos nos estaba confiada.

Yo espero, Sres. Senadores, que lo que ha sucedido con el Ministerio anterior ha de suceder con éste, que al fin y al cabo no viene más que a continuar la política de aquel, desenvolviendo en leyes orgánicas dentro de la ley fundamental vigente todos los principios proclamados por el partido liberal-dinástico, aceptando sin reserva de ninguna especie todas las soluciones democráticas que sean compatibles con la Monarquía, y estableciendo una anchísima base, en la cual pueda desenvolverse un gran partido liberal español, verdadera izquierda dinástica, acogiendo simpáticamente a todas las fuerzas que vengan de la izquierda, pero sin desmembrar, sin restar ninguna de la derecha, porque creo que sólo sumando de ambos lados es como puede formarse un partido liberal robusto, fuerte, importante, que a la vez que prenda segura de libertad, sea garantía eficaz del orden y pueda competir ventajosamente con el partido conservador aún dentro de las clases sociales que llevan ese título. (Muy bien, muy bien.)

También para el partido conservador deseo yo lo mismo, pues como soy enemigo de políticas pequeñas y menudas, no quiero que la grandeza del partido liberal consista en la pequeñez del partido conservador. No; sea éste grande, tan grande como puede y debe [284] serlo; atraiga todas las fuerzas que pueda de su derecha, como yo procuro atraer todas las fuerzas posibles de la izquierda, para que ambos sean el mejor y más firmísimo apoyo de la Monarquía liberal, a fin de que ésta, en su majestuosa marcha, pueda contribuir a realizar la prosperidad del país. (Muy bien, muy bien.)

Como yo no quiero, Sres. Senadores, detener el deber parlamentario de cortesía que tenemos con el otro Cuerpo Colegislador (al menos en lo que de mí dependa), y ya le he cumplido en esta Cámara con las breves palabras que acabo de pronunciar, concluyo pidiendo para el nuevo Ministerio: a los amigos apoyo, justicia a los adversarios, y al Senado su benevolencia, con lo cual abrigo la fundada esperanza de que este Gobierno podrá desenvolver la más amplia libertad en armonía con la paz pública, que es la aspiración constante y eterna de los pueblos más ilustres y civilizados de la tierra. (Muy bien, muy bien.) [285]



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